La adolescencia es una etapa de la vida donde no solo se viven cambios fisiológicos, también es frecuente que los jóvenes quieran probar cosas y experiencias nuevas. Muchas veces, cuánta más rebeldía o sensación de ilegalidad implica la experiencia, más atractiva resulta para el adolescente. Por eso, el cannabis es una de las sustancias “prohibidas” que antes prueban los jóvenes. Otros factores que explican por qué se inician en el consumo de esta sustancia pueden ser la necesidad de sentirse parte del grupo o por una vulnerabilidad emocional. Son muchos los adolescentes que afirman haber fumado un porro al menos alguna vez en la vida. Pero el riesgo de esta práctica es cuando acaba convirtiéndose en una adicción afectando a la vida del consumidor y la gente que lo rodea.
Cannabis: un problema para el cerebro de los adolescentes
Los expertos afirman que el uso abusivo de esta sustancia puede tener consecuencias muy perjudiciales para el cerebro y el desarrollo vital de los adolescentes. En concreto, el cannabis puede alterar de forma sustancial su sistema nervioso central originando problemas de tipo psicológico. Uno de los aspectos que más se ve afectado es el aprendizaje con una evidente reducción de la capacidad de concentración y memoria. Además, se produce un deterioro cognitivo que se asocia con el fracaso escolar y la aparición de un creciente desinterés por los estudios.
Por otro lado, sustancias como el tetrahidrocannabinol (THC), presente en la marihuana, incrementa el riesgo de sufrir brotes psicóticos y en algunos casos esquizofrenia. Consumir mucho cannabis puede acarrear síntomas como ansiedad, trastornos de identidad y paranoia. Y es que cuánto más temprana sea la edad a la que se empieza a fumar porros de forma impulsiva, más grande será el deterioro cognitivo y el desarrollo personal. Esto se debe a que el cerebro de los adolescentes todavía está en proceso de formación e incorporar según qué sustancias interfiere al desarrollo normal de ese cerebro.
Lo que dicen los estudios
Estudios hechos en los últimos años sitúan a los adolescentes españoles entre los que más consumen marihuana de Europa. En un estudio realizado en 2014 por la Organización Mundial de la Salud, los jóvenes de nuestro país se situaban por encima de la media internacional y uno de cada cuatro afirmaba haber consumido cannabis en el último año. Según los datos de ese estudio, un 20% de los chicos y un 18% de las chicas de 15 años decían haber fumado alguna vez.
Otro informe de 2018 sobre el consumo de alcohol, tabaco y drogas ilegales en España mostró que el cannabis es la sustancia psicoactiva ilegal con mayor prevalencia entre los estudiantes de 14 a 18 años. Éstos afirmaban haber fumado esta droga, al menos, una vez en la vida. Y si hablamos de la edad de inicio del consumo, ésta se situaba en los 15 años.
Cómo ven los adolescentes al cannabis
Una de las razones que explica el nivel de adicción al que han llegado algunos adolescentes tiene que ver con la percepción que hay del consumo de esta sustancia. Y es que desde algunos sectores se presenta al cannabis como la gran solución a las dolencias. De esta forma, es normal que muchos jóvenes vean a la marihuana como algo inocuo sin consecuencias perjudiciales para su salud y desarrollo. Pero hay que tener en cuenta que una cosa es el uso terapéutico controlado y medicado para tratar, por ejemplo, sufrimientos relacionados con la esclerosis. Y otra cosa es la planta en sí y sus niveles de THC cuyos efectos psicoactivos todavía falta investigar en profundidad.
Cómo pueden ayudar los padres a sus hijos
Aunque existe un tratamiento, lo primero que tienen que hacer los padres es saber si su hijo puede estar consumiendo marihuana de forma reiterada. Para ello, es fundamental identificar las señales que muestran que el joven está, efectivamente, fumando porros de forma habitual. Obviamente, el indicador más claro es si el adolescente o su ropa huele a marihuana. Por otro lado, si se muestra irritable o grosero, o si pierde interés en sus aficiones habituales, puede ser un signo de la realidad que está viviendo. A nivel escolar, otra señal es si empieza a faltar a clases o a llegar tarde a la escuela y si bajan sus notas. Otro ejemplo es si pasa menos tiempo con la familia y los amigos y prefiere estar mucho tiempo fuera de casa sin saber en compañía de quién.
Para evitar que su hijo pueda empezar a consumir y llegar a ser adicto al cannabis, los padres pueden actuar en consecuencia. La inculcación de valores en edades tempranas es la mejor manera de prevenir una futura adicción. Es importante hacer ver al adolescente que espera que no consuma drogas y cuáles son los valores que los padres más aprecian a nivel familiar. Un aspecto que es vital en esta función educativa entre padres e hijos es hablar sobre los peligros del consumo de drogas como la marihuana. Cuánto antes empiecen a hablarse estos temas más preparado y concienciado estará el joven para hacer frente a posibles situaciones en las que pueda probar las drogas.
Otro factor que es interesante hablar es cómo saber decir que no frente a la presión de sus compañeros. Durante la adolescencia el sentimiento de pertenencia al grupo acostumbra a ser muy fuerte y una prioridad. Hay que inculcar en el hijo que es importante que pueda tomar decisiones por él mismo sin depender de las opiniones de los demás. También en esta etapa de la vida es cuando se experimentan emociones intensas por primera vez. Puede que a veces se sientan tristes o ansiosos, situaciones que pueden llevarlos a recurrir a las drogas como un intento de evitar esos sentimientos. Es ahí cuando hay que explicar que es normal que los adolescentes sientan emociones fuertes y que lo correcto es aprender a expresarlas con normalidad y resolver los problemas de forma saludable.
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