Los efectos que producen las drogas son casi tan variados como la cantidad que de ellas existen. Hay drogas depresoras del sistema nervioso central, otras estimulantes y también las hay perturbadoras. Todas ellas tienen efectos nocivos sobre el organismo, que empeoran cuánto mayor y más prolongado en el tiempo es el consumo. Ansiedad o depresión son algunos de los síntomas más comunes que producen las drogas a largo plazo. Otro de los aspectos que también se ve afectado por el consumo de estas sustancias es el sueño. Estas alteraciones varían en función de la droga y pueden llegar a convertir en un tormento la vida de los consumidores. ¿Cómo afecta al sueño el consumo de drogas?
El sueño en el punto de mira
Como decíamos en la introducción, las drogas son un tipo de sustancias que afectan al organismo alterándolo a distintos niveles. En función de la cantidad consumida y de la composición de la droga, los efectos tendrán una mayor incidencia en un aspecto u otro. Pero en términos generales generan una modificación orgánica que en la mayoría de los casos acostumbra a producir grandes cambios en la capacidad natural de dormir. Esto implica que el sueño pierda sus propiedades naturales para recuperar energía.
Las drogas afectan a todo el sistema nervioso, por lo que los problemas derivados no solo se limitan al sueño. Estas afectaciones pueden ir más allá, creando importantes complicaciones cardiovasculares ya que las drogas alteran directamente el funcionamiento normal del corazón. Si se empiezan a alterar las jornadas de sueño, lo más probable es que también varíe desmesuradamente la presión arterial. Esto hace que puedan aparecer ataques cardíacos, así como infecciones en los vasos sanguíneos, entre los distintos problemas cardiovasculares que afectarán la calidad del sueño.
¿Cómo actúan las principales drogas sobre el sueño?
- Alcohol: El alcohol es la sustancia de la que se han hecho más estudios. No en vano, es el ansiolítico e hipnótico más consumido en el mundo occidental. Un uso puntual de esta droga produce un efecto inductor del sueño. Sin embargo, el consumo continuado deteriora su calidad, agravándose todavía más durante el periodo de abstinencia. Si las dosis son bajas, no existen efectos claros sobre el funcionamiento del sueño. Pero en dosis más altas el efecto producido es similar al de un hipnótico de acción corta, es decir, disminuye la latencia de sueño, así como los despertares, la fase de sueño 1 y la densidad de movimientos oculares rápidos (REM) en la primera mitad de la noche. La segunda mitad de la noche se caracteriza por la presencia de fenómenos de rebrote con aumento de la fase de sueño 1, incremento de despertares y un aumento de sueño REM.
Por otro lado, se ha observado que los alcohólicos crónicos experimentan una disminución del sueño lento profundo y del sueño REM, así como un sueño más fragmentado. Además, estas alteraciones se agravan durante la fase de abstinencia. Los adictos duermen menos, el sueño está más fragmentado y disminuye el sueño lento, mientras que aumenta la duración y la densidad de la fase REM. De hecho, uno de los factores de recaída en el consumo de alcohol tras un periodo de abstinencia puede ser la persistencia de alteraciones del sueño. Por eso, es recomendable dar inductores del sueño durante la fase de abstinencia aguda. Si el insomnio continúa, una posibilidad es usar antidepresivos sedantes para mejorar la calidad del sueño y prevenir las recaídas.
- Cocaína: La cocaína es otra de las drogas que afectan al sueño. Los estimulantes disminuyen la sensación de necesidad de sueño. Muchas veces, los pacientes no tienen la percepción subjetiva de alteración del sueño o de un sueño no reparador. En este caso, la cocaína tiene un efecto euforizante sobre el ánimo, disminuye el tiempo total del sueño y altera su continuidad. En cambio, durante el periodo de abstinencia, aumenta el tiempo total del sueño y la somnolencia diurna.
- Cannabis: En dosis altas, el consumo de marihuana disminuye el sueño REM y el sueño de ondas lentas. Otras afectaciones derivadas del uso del cannabis son el aumento del número de movimientos periódicos de las extremidades durante el sueño y un sueño más fragmentado. Por otro lado, la abstinencia de marihuana reduce la calidad del sueño, aumenta la latencia y produce sueños extraños. También se ha observado que la abstinencia después de fumar cuatro o cinco cigarrillos al día, incluso tras un periodo corto, está asociada a un aumento de la latencia y de la fase REM.
- Opioides: los opioides producen reacciones de alerta en función de la dosis, con un aumento de la actividad muscular y de los movimientos corporales. La electroencefalografía (EEG) muestra un aumento de la actividad alfa y una disminución de las fases de sueño lento profundo y del sueño REM. Se ha visto cómo pacientes en tratamiento con metadona duermen mejor. Además, muestran un ligero incremento del sueño lento profundo y una reducción de las frecuencias EEG rápidas durante el sueño.
Mientras se mantiene el tratamiento con metadona, el sueño nocturno no se ve alterado. Sin embargo, algunos pacientes afirman haber tenido insomnio en la conciliación y mantenimiento del sueño. Respecto al periodo de abstinencia, durante las primeras 3-5 semanas, se observó un aumento de la actividad onírica y el insomnio. En los casos de abstinencia en personas adictas a los opiáceos, se produce un aumento de los sueños y la fase REM. Tras la retirada, se describe un periodo de insomnio de varias semanas de duración. En este sentido, existe el riesgo de que un insomnio prolongado pueda provocar una recaída en el consumo de heroína.
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