Las pulseras inteligentes y la cocaína son una mala combinación
El pasado mes de mayo, revisamos el Informe Europeo Sobre Drogas de este 2018. El estudio mostraba una tendencia creciente del consumo de cocaína en nuestro país, cosa que activó las alertas sobre este problema. Alrededor del mismo tema, aparece una nueva moda que nos pone sobre aviso de tendencias peligrosas. Se trata del uso de las pulseras inteligentes o Smartwatches para “controlar” el consumo.
La cocaína es un estimulante que de forma inmediata causa un efecto de euforia en quién lo consume. Durante los 20 minutos que dura su efecto, provoca sudoración, agitación motora y una rápida frecuencia cardíaca. Este último efecto es lo que ha llamado la atención con respecto a las pulseras inteligentes.
Desde los Estados Unidos nos llega esta vez el uso, como tantos otros no previsto, de los wearables de moda. Los consumidores de cocaína utilizan sus Smartwatches para medir su frecuencia cardíaca y, de esta manera creen que pueden regular el nivel “óptimo”, es decir, sin riesgo vital. Por supuesto, se trata de un uso aberrante y una peligrosísima ficción. Muchos médicos alertan de la falsa sensación de seguridad que ofrecen estos dispositivos, ya que el riesgo de sobredosis se mantiene.
«Los consumidores de cocaína utilizan sus Smartwatches para medir su frecuencia cardíaca»
En realidad los datos que recogen estas pulseras no son precisos al 100%, además de que por la propia naturaleza de la adicción resulta dudoso confiar en el “control” ejercido directamente por el adicto. Las consecuencias fatales no van a evitarse de esa manera.
En pleno siglo XXI aún hay quien cree que hay recetas mágicas que le defenderán del abuso de cocaína. Atribuir en este caso la magia a un gadget tecnológico no cambia lo absurdo y peligroso de la actitud.
Las pulseras inteligentes han sido un avance tecnológico de gran utilidad pero no han sido diseñadas para esa finalidad. Ni las pulseras son fiables ni los que las quieren utilizar así lo son. Quien intenta “controlar” así el consumo ya es consciente de que consumir siempre es un riesgo; esas personas han de dar el paso de asumir que la adicción necesita de apoyo profesional y del entorno para su superación.