El trabajo ocupa un lugar importante en la vida del adulto y tiene posibilidades de convertirse en la prioridad que marca su vida, pasando por delante de cualquier otra circunstancia. En esta situación puede aparecer lo que conocemos como adictos al trabajo o, con el término más conocido en inglés, workaholics.
La Dra. Barbara Killinger explica que “una persona adicta al trabajo es alguien tan obsesionado con él que gradualmente se muestra incapaz emocionalmente y adicto al poder y al control de forma compulsiva, con el fin de obtener aprobación y reconocimiento público de sus éxitos”. El título de uno de sus libros ya es un aviso: “Workaholics. Los adictos respetables. Guía de supervivencia para la familia”.
¿Qué consecuencias afectan a los workaholics?
El acelerado y obsesivo estilo de vida adoptado por los workaholics conlleva consecuencias perjudiciales para su salud física y mental. Como ataques de pánico, depresión, alteración del sueño, fatiga, mal humor, estrés y ansiedad.
A menudo se hace imposible mantener relaciones con otras personas. Ya que no puede desconectar cuando llega a casa y evita situaciones de contacto social si no es en el trabajo.
Generalmente, las personas adictas al trabajo suelen ser perfeccionistas y adictos a la adrenalina, resultante del trabajo excesivo. La obsesión con el trabajo puede desencadenarse a partir de la aparición de problemas personales. De esta manera, blindan la mente las 24 horas del día con temas controlables como el trabajo y huir así de una realidad poco conflictiva. También hay un mayor riesgo de adicción al trabajo cuando la persona ocupa un puesto de responsabilidad o cree que puede lograr un ascenso. Frecuentemente el elemento más común suele ser la necesidad de reconocimiento y aceptación.
¿Qué es el Karoshi?
Pasada la primera decena del s. XXI, en Japón, un término relacionado con el trabajo en los 80 vuelve a ser actualidad: “Karoshi”, que se traduciría literalmente por “muerte por exceso de trabajo”. Tras la segunda guerra mundial, el trabajo se convirtió en Japón en el interés vital central. Y conformó una cultura de workaholicos de primer orden. Con el tiempo, las jornadas inacabables han derivado en problemas que incluyen la muerte como accidente laboral.
Ya sea como respuesta a situaciones dadas, como resultado de la exigencia interiorizada de una cultura, la dedicación abusiva al trabajo en cantidad de horas y en implicación emocional e intelectual, está produciendo situaciones de karoshi y no solamente en Japón.
¿Hace falta llegar a un desenlace de muerte para reflexionar sobre la forma en que algunas personas desempeñan su trabajo?
Nos movemos en el difícil ámbito de la adicción respetable. Incluso, desde ciertos sistemas de valores, deseable.
Ya es difícil prevenir o recuperarse de la adicción a ciertas sustancias socialmente toleradas como el alcohol. Y la adicción al trabajo presenta retos todavía más complejos. Quienes la padecen plantean problemas de diagnóstico adecuado. Y el proceso de rehabilitación presenta características muy distintas a la tópica idea del adicto y de la adicción. Sin embargo, no deja de ser la manifestación de una conducta adictiva que puede tener su tratamiento.